La semana pasada vimos algunos principios generales que podemos aprender de la vida de Sansón y sus padres y son principalmente una advertencia a nosotros. Quiero notar algo sobre los enemigos que son tan notables durante toda la vida y muerte de Sansón, los filisteos. Los hemos visto antes en nuestro estudio del libro de Jueces pero no mucho. Pero de este punto y para adelante por todo el tiempo de Sansón, de Elías y Samuel, y del rey David los filisteos llegan a ser el enemigo principal del pueblo de Dios. ¿Quiénes son por nosotros y que lección podemos tomar de cómo combatir a tal enemigo?
Moisés nos introduce a este pueblo en su canción al salir de Egipto y cantar por la primera vez una canción de libertad y adoración a Jehová. Éxodo 15:13-14 “Condujiste en tu misericordia a este pueblo que redimiste; lo llevaste con tu poder a tu santa morada. Lo oirán los pueblos, y temblarán; se apoderará dolor de la tierra de los filisteos.” En verdad la palabra “Palestina” es muy relacionada con los filisteos y se usa la palabra en la versión antigua en este mismo versículo. “Oiránlo los pueblos, y temblarán; Apoderarse a dolor de los moradores de Palestina.” En Éxodo 23, se nota como Jehová prometía la tierra a Israel, incluso la tierra de los filisteos. “Y fijaré tus límites desde el Mar Rojo hasta el mar de los filisteos, y desde el desierto hasta el Eufrates; porque pondré en tus manos a los moradores de la tierra, y tú los echarás de delante de ti. No harás alianza con ellos, ni con sus dioses. En tu tierra no habitarán, no sea que te hagan pecar contra mí sirviendo a sus dioses, porque te será tropiezo.”
El nombre “filisteo” tiene a su raíz el pensamiento de “vagabundo” y estos filisteos llegaron a la tierra prometida a Abraham a través de desierto, pero sin haber pasado por el mar bermejo o el rio de Jordan, mucho menos protegidos del juicio de Dios por la sangre del cordero pascual. Pero llevan el nombre de la tierra Palestina. ¿Quiénes son entonces? Son los que profesan el cristianismo, llevan el nombre de Cristo, pero no han reconocido al hombre totalmente perdido en los ojos de Dios, con la necesidad de un sacrificio, y todos los prototipos del cordero pascual, el mar bermejo, y el rio Jordan. En otras palabras, profesan el cristianismo pero no son verdaderos cristianos. Son religiosos, les gustan los rituales, pero no conocen la verdad de pecados perdonados por la sangre de Cristo. ¿Y estos dominaban la tierra de Israel? ¿No vemos como es así entre el cristianismo profesante hoy en día?
Pero dentro de este tiempo triste en Israel, encontramos una pareja fiel, no tan diferentes a Zacarías y Elizabeth, los padres de Juan Bautista. Y quizás igual la fe y el entendimiento de la mujer parece ser más fuerte de la de su marido. Ella fue afligida con la aflicción que vemos una y otra vez en Israel, pues no tenía hijos. “A esta mujer apareció el ángel de Jehová, y le dijo: He aquí que tú eres estéril, y nunca has tenido hijos; pero concebirás y darás a luz un hijo. Ahora, pues, no bebas vino ni sidra, ni comas cosa inmunda. Pues he aquí que concebirás y darás a luz un hijo; y navaja no pasará sobre su cabeza, porque el niño será nazareo a Dios desde su nacimiento, y él comenzará a salvar a Israel de mano de los filisteos.”
El marido Manoa, cuando escuchaba las noticias de su esposa acerca del ángel y sus promesas, quería ver lo mismo y oraba que así fuera. Pero notamos que cuando el ángel volvió de nuevo, otra vez apareció a la mujer. Es interesante como Manoa parecía dudar que el ángel hubiera dicho tales cosas a su esposa sin decírselo a él mismo. “Y se levantó Manoa, y siguió a su mujer; y vino al varón y le dijo: ¿Eres tú aquel varón que habló a la mujer? Y él dijo: Yo soy. Entonces Manoa dijo: Cuando tus palabras se cumplan, ¿cómo debe ser la manera de vivir del niño, y qué debemos hacer con él?” A pesar de sus intervenciones, no recibió nuevas noticias sino la misma cosa que se había dicho antes. “Y el ángel de Jehová respondió a Manoa: La mujer se guardará de todas las cosas que yo le dije. No tomará nada que proceda de la vid; no beberá vino ni sidra, y no comerá cosa inmunda; guardará todo lo que le mandé.” A veces nosotros los hombres dudamos que nuestras parejas pueden tener más claridad en las escrituras y más entendimiento de las cosas prácticas de la vida de temor a Dios, pero seremos los perdedores si pensamos así. Acaso Manoa dudaba que su mujer fuera una mujer de más fe y entendimiento que él, pero así fue.
Vemos además del deseo de Manoa proveer una fiesta por el hombre, mostrando que tampoco entendía que clase de persona era que le hablaba. Quiso conocer su nombre con fin de honrarle. “Entonces dijo Manoa al ángel de Jehová: ¿Cuál es tu nombre, para que cuando se cumpla tu palabra te honremos? Y el ángel de Jehová respondió: ¿Por qué preguntas por mi nombre, que es admirable?” ¿No nos hace pensar de aquel versículo tan conocido y amado en Isaías 9:6? “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.” Así muchas veces vemos que fue el Señor Jesús, antes de hacerse hombre, que aparecía en la forma de ángel a individuos en el pueblo de Israel.
La semana que viene, Dios mediante, consideremos que era ser nazareo. “Habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: El hombre o la mujer que se apartare haciendo voto de nazareo, para dedicarse a Jehová, se abstendrá de vino y de sidra; no beberá vinagre de vino, ni vinagre de sidra, ni beberá ningún licor de uvas, ni tampoco comerá uvas frescas ni secas. Todo el tiempo de su nazareato, de todo lo que se hace de la vid, desde los granillos hasta el hollejo, no comerá. Todo el tiempo del voto de su nazareato no pasará navaja sobre su cabeza; hasta que sean cumplidos los días de su apartamiento a Jehová, será santo; dejará crecer su cabello. Todo el tiempo que se aparte para Jehová, no se acercará a persona muerta.” Números 6:1-6
3 junio de 2018